Es muy dificil de digerir la tragedia ocurrida en las laderas del Annapurna estos días, donde el montañero mallorquin Tolo Calafat perdía la vida en el descenso de su cima, sin que fuera posible su rescate.
Como neofitos en alta montaña no podemos entrar a valorar todo lo ocurrido, lo que si nos gustaria dar a conocer es la entrevista realiza por Barrabés a la doctora María Antonia Nerín, especialista en medicina de montaña y congelaciones, que está en el campo base con la expedición de Carlos Pauner, donde narra lo ocurrido desde el duro descenso de los montañeros de la cumbre del Annapurna, hasta el desenlace final con el desgraciado fallecimiento de Tolo Calafat y los intentos frustrados para su rescate.
“Llegaron tarde a cima, quizás tenían que haberse dado la vuelta. En la subida perdieron tiempo colocando una cuerda en el corredor para bajar rápido. Pero su sorpresa fue que al bajar se encontraron con que los coreanos la habían quitado. Y es lo que dice Carlos: un día de cima, no se quitan cuerdas aunque sean tuyas. Pero quitar una cuerda que han puesto otros antes de que la empleen, no lo había visto nunca.
Eso les ralentizó y les hizo pasar por apuros. Destrepando como podían con prisas, Carlos se cayó, pero pudo sujetarse con el piolet. Pero finalmente consiguieron pasar la zona mala, y llegar a la diagonal. Ahí ya no hay pérdida, cada cual iba a su ritmo, pero cerca, lo típico en una ladera que el grupo se dispersa un poco y aunque tienen contacto visual va cada uno a su aire. Delante iba Juanito; en medio, Carlos con Dawa Sherpa, y detrás Tolo con Soman, el otro sherpa. Siguieron bajando hasta que empezó a caer la noche, y pararon a esperar a Tolo, que venía muy cerca detrás, porque además llevaba los frontales en su mochila, estos no tenían luz. Pero no venía. Estuvieron esperándole 2 horas y media, hasta que tuvieron que empezar a bajar. Ellos iban sin radio, no podíamos contactar con ellos.
Pero a las 7:30pm Tolo ya nos llama por radio a nosotros y nos dice que suban a buscarle, que está muy cansado. Le decimos que haga un esfuerzo, que no pueden subir en ese momento porque va todo el mundo muerto y además no podemos comunicar con los otros, que salga de ahí como sea. No es cierto como se ha dicho que Tolo haya tenido un edema cerebral, Tolo no ha tenido edema cerebral en ningún momento. Tuvo agotamiento y deshidratación, lo que le provocó una hipopotasemia (muy bajos niveles de potasio), que es el responsable de la contracción muscular. Le empezamos a decir que tenía que bajar de ahí como fuera, pero el decía que estaba muy cansado. Entonces le dije que comiera y bebiera algo, que eso le repondría de la deshidratación, pero dijo que no le quedaba nada de comer ni de beber.
Mientras tanto Carlos, Juanito y Dawa continuaban bajando a oscuras, como pueden. Les costó tanto llegar al campo 4 (desde las 4 a las 12 y media) por las dos horas y media que esperaron a Tolo y por tener que bajar a oscuras. Llegaron reventados a medianoche, entonces llamó Carlos un momento para decirnos que hidrataban un poco y se dormían, que no podían más. Él iba ciego por el viento, había perdido sus gafas de ventisca, se había tenido que poner las normales, y hay que tener en cuenta que en la cima tuvieron viento de hasta 60 km/h. Y Juanito llevaba congelaciones en los pies, por la espera y andar de noche Y que los rusos estaban con problemas, con un edema cerebral.
La noche era muy buena, luna llena, nada de frío, nada de viento. Tolo decía que no bajaba, le intentábamos convencer de que hiciera el esfuerzo, que fuera descendiendo, que allí era muy difícil que le rescataran, pero él decía que no, que estaba muy cansado, que no se tenía de pie, que subieran a buscarle. A las 5:00 am mandó a Soman para abajo porque dijo que no podía más. A esa misma hora en el campo 4 Carlos y Juanito se movilizan. Hablan con los coreanos y les dicen que si sus sherpas que están de refresco en el campo 3 esperando, que no han hecho cima, si pueden subir, son sólo 600 m. de desnivel, y que no hace falta que suban a bajarle, lo único que suban oxígeno y agua y algo de comida, que es lo que hace falta. Les ofrecen 6.000 euros, pero los coreanos se niegan, dicen que no van en el mismo grupo.
A todo esto, en ese momento pensaban que Tolo estaba mucho más bajo de lo que estaba, piensan que está a 7.200m, por las informaciones que da. Ellos no pedían que los sherpas que habían hecho cima subieran, sino los que estaban frescos 600 m. más abajo, pero no hubo forma de convencer a los coreanos. Los otros, era imposible, porque la planificación de los coreanos fue nefasta. El primer día subieron solo hasta el campo 1, y luego de tirón al 4, y al día siguiente a cima, por lo que estaban reventados.
Nosotros en el campo base empezamos a intentar negociar con los coreanos también, pero la respuesta fue la misma, que no era su grupo y estaban muy cansados.
En ese momento, y aprovechando que estaban los de Air Zermatt en Nepal enseñando a los nepaleses para crear un grupo de rescate, nos pusimos en contacto con ellos. Además nos conocen, José Ramón y yo somos los representantes españoles de la CISA, hemos estado con ellos en las reuniones de Zurich, de Katmandú, incluso para poder colaborar nuestros médicos del Máster de Medicina de Montaña y la Extrema Periferia con ellos en las prácticas, así que se desvivieron.
Porque es la primera vez que digo esto, pero lo diré más veces: un rescate así, a esta altura, nunca se había realizado, y puede que nunca se vuelva a realizar. Que le quede claro a todo el mundo. Mientras tanto seguíamos en continuo contacto con Tolo. Él no hacía más que pedir que subiera Jorge Egocheaga a buscarle. Pobre Jorge. Yo siempre le digo que él sube los ochomiles dos veces: la primera, para hacer cima, y la segunda, para curar a alguien. Jorge está muy afectado después de todo esto. Todos estamos muy afectados.
Jorge Egocheaga y Martín Ramos bajaron hasta el campo 2 a dormir por ayudar a un sherpa coreano con edema cerebral que estaba en el campo 3. Lo pillaron y lo bajaron. Si no, se habrían quedado en el campo 3, y las cosas hubieran cambiado. Porque Jorge habría podido subir con oxígeno, estando cerca. Y entonces hablaríamos de otra cosa.
Quiero volver a dejar claro que Tolo en ningún momento tuvo Edema Cerebral. Tolo tuvo agotamiento, deshidratación e hipopotasemia. Con oxígeno e hidratando, habría sido diferente. Nosotros hablábamos con él y razonaba perfectamente. Y como médicos especialistas en medicina de montaña podemos afirmarlo sin duda.
Él sólo hacía que decir que estaba cansado y que subieran a buscarlo. Y Pérez y yo todo el rato insistiéndole, que venga, que sal de ahí como sea, que aunque sea a rastras, que hemos llamado al helicóptero pero que a esa altura no puede, que los del campo 4 están muy mal, que no pueden subir, pero que si él baja y ellos consiguen subir un poco, pues que al final se salvaría seguro.
Horia estaba con Carlos y Juanito, pero muy cansado. Pero dijo que si subían oxígeno, él era capaz de intentar subir a por él. Juanito no podía porque no podía casi andar por las congelaciones. Pero Carlos dijo que aunque no veía, con oxígeno que él también intentaba subir. Así que todos los demás se bajaron pero se quedaron arriba Carlos, Juanito y Horia, con la idea de que si el helicóptero llegaba y no podía ir hasta Tolo, podía dejar a Jorge Egocheaga y botellas de oxígeno en el campo 4, y entonces Horia, Jorge y Carlos subir a por Tolo.
Llegó entonces Soma reventado, no se tenía de pie. Pero entonces, según pasaba el día, Dawa sherpa dijo que él salía a buscarlo. Hay que tener en cuenta que arriba pensaban que estaba a 7.200m, y Tolo aún no se había situado con el GPS. Carlos no lo tenía claro, porque se hacía de noche y empezaba a nevar, le parecía que era mandar a alguien a la nada, pero encontraron media botella de oxígeno de los rusos, era lo único que había y con una pequeña tienda, un saco, comida, agua y la botella, Dawa partió.
Quiero recalcar que Dawa tiene 50 años. Había llegado la noche anterior a las 12 de la noche de cima. Y decide salir a por Tolo ¿Qué no hubieran podido hacer los sherpas de refresco de los coreanos, que llevaban varios días en el campo 3?
Pronto Dawa se dio cuenta de que estaba más lejos de lo que pensaba. Al final, estuvo el pobre 7 horas y media de subida, de noche, en la nieve, y 4 horas y media de bajada. Pero no encontró a Tolo.
Ese día fue una pena lo del helicóptero de rescate. Porque hacía un día espléndido, sol, sin viento. Pero eso arriba. El valle estaba taponado por las nubes, y el helicóptero no pudo llegar. Si no, estaríamos hablando de otra forma.
Nosotros seguíamos hablando con Tolo, pinchándole, animándole para que bajara como fuera aunque fuera un poco, pero no había forma. Le decíamos unas cosas que para qué Javier y yo para hacerle reaccionar. En cierta manera, creo que se bloqueó mentalmente también, sólo decía que no, que le subieran a buscar. Incluso hablé con su mujer, y le dijimos que hablara con él, para ver si reaccionaba. Entonces, como estaba perfectamente consciente, y hacía tan buen día, le empezamos a preparar por si el helicóptero llegaba. Le hicimos controlar el arnés, todo, por si había que engancharlo. Él entendía todo, y hacía todo, no tenía edema cerebral para nada.
Le pedimos que pidiera sus coordenadas con el satelital, y eso, que es complejo, lo hizo perfectamente. Entonces supimos con certeza que estaba a 7.600m y el punto exacto en el que estaba.
Pero finalmente el helicóptero no pudo volar. Esa fue la pena. Por la noche, Tolo empezó a sufrir la hipotermia. El tiempo se tornó terrible: viento, nieve, mucho frío. Se fue apagando poco a poco, tuvo una muerte dulce. En la última comunicación, ya con sólo un hilo de voz, nos dijo que la nieve le empezaba a cubrir. Le dije que hiciera un hueco para protegerse del frío. Ya no pudimos hablar más con él, ya no volvió a contestar.
En el campo 4 las cosas se complicaron. Llevaban 3 días sin comer, incluida la cima, pero habían podido hidratar. Pero se les había terminado el combustible y no podían ya derretir agua. Por la noche, Horia se puso muy malo, empezó a vomitar muchísimo, pasó una noche terrible. Llevaban demasiado tiempo esperando a más de 7.000m, sin comer, y ahora ya, Carlos ciego, Juanito con congelaciones, Horia fatal, no podían hidratar.
Por la mañana llegó el helicóptero. Llegó con un piloto nepalés que lo llevaba, un piloto suizo que es el que les enseñaba, y un rescatador suizo. Decidieron hacer un primer vuelo de reconocimiento, y pararon para recoger a Jorge. Entre otras cosas porque esto es una inmensidad, si alguien que sabe donde está no te indica en donde está el campo 4 en la montaña, te pegas volando un día y no lo ves.
Subieron y llegaron al campo 4, estuvieron tan cerca que Jorge dice que le veía a Juanito las arrugas de la cara. Pero hacía viento, el helicóptero estaba muy inestable. Entonces el piloto suizo se enfadó un poco y le dijo al nepalés que le pasara los mandos, que ese era su trabajo. Dice Jorge que el cambio fue de lo blanco a lo negro, que el helicóptero se estabilizó inmediatamente.
Así que decidieron subir hacia cima. LLEGARON HASTA LA CIMA, Y RECORRIERON 3 VECES ARRIBA Y ABAJO EL CAMINO DESDE EL CAMPO 4 HASTA CUMBRE. NO VIERON NADA. IBAN MUY CERCA DE LA MONTAÑA, A METROS. Es el único helicóptero del mundo capaz de volar hasta ahí. Finalmente, buscaron exactamente con el GPS el punto exacto en donde estaba Tolo, y no había ningún rastro. Había desaparecido bajo la nieve.
Pero el piloto suizo entonces afirmó que era impensable un rescate allí, para los del campo 4, y tampoco posarse. Que quedaba descartado, y bajaron al base otra vez. Una cosa es volar, y otra maniobrar a esa altura.
Entonces, quizás por estar nosotros, que sabían quienes éramos en la CISA, decidieron desarmar el helicóptero. Quitarle todo el peso. No os podéis imaginar como quedó, ya veréis las imágenes grabadas y las fotos luego. Le quitaron puertas, asientos, todo. Y salieron para arriba el piloto suizo y el rescatador suizo colgado de una eslinga, con la intención de en el otro cabo de la eslinga ir recogiendo a los de arriba.
Pero arriba había otro problema. Dawa sherpa aún no había regresado, y no querían darlo por perdido. Pues justo en el momento en el que llegaba el helicóptero, llegó Dawa, después de 11 horas de noche arriba.
Pero el rescatador suizo tuvo problemas con el oxígeno y el helicóptero tuvo que volver a bajar al campo base. Entonces hablamos por radio con los de arriba y les explicamos cómo engancharse a la eslinga, y el helicóptero subió sólo con el piloto.
Decidieron que primero montara Carlos, luego los sherpas en otro viaje, y luego Juanito y Horia en otro. Pero los sherpas, que pensaban que iba a aterrizar el helicóptero, cuando les dijeron que se tenían que enganchar, dijeron que ellos no se montaban ahí por nada del mundo, que les daba muchísimo miedo. Entonces no nos dimos cuenta de que podía haber más motivos, porque ellos la mayoría no han montado en helicóptero, ni han volado y verse colgados del cabo les producía verdadero pavor, no había forma de convencerles de que subieran. Les insistían en que tenían que salir de allí, especialmente Dawa Sherpa, que corríamos nosotros con todos los gastos, pero no hubo forma humana de convencerles. Dijeron que ellos no se colgaban del cable en ese aparato ni locos.
Luego nos hemos dado cuenta que aunque les dijimos una y otra vez que corríamos con todos sus gastos, quizás pensaron que si abandonaban material la agencia se lo cobraría. Aunque la verdad es que estaban aterrados al ver el cabo y el helicóptero.
Finalmente, los demás fueron evacuados aquí. Mientras bajaban en el helicóptero, llegaban los que habían bajado andando, había que verlos. Lo de los rusos no tiene nombre como bajaban los pobres. Parecía que venían de la batalla de Estalingrado, no había visto cosa igual. Empezó nuestra labor, empezamos a tratar a todos, y hoy puedo decir que están todos bien, incluidos los rusos y el sherpa con edema cerebral.
Estamos todos muy apenados, muy tristes y afectados. Hoy más tranquilos, después de descansar, pero muy afectados. Porque además Tolo era tan querido, tan simpático. Han sido unos días muy duros.”
Por último queremos hacernos eco del sentir de la expedición reproduciendo textual las cartas que Carlos Pauner y Javier Pérez dedican al malogrado Tolo en la web de Carlos Pauner:
TOLO, EL GUDARI MALLORQUIN
Conocí a Tolo Calafat en la simpática expedición mallorquina que intentó el Everest en el 2005. Yo estaba allí con Carlos Pauner filmado e intentando la misma cima. Carlos ya conocía a Tolo del año anterior en el Cho-Oyu. En esos años Tolo escaló el Cho-Oyu, el Everest y la antecima del Broad Peak. No volví a coincidir con Tolo hasta el otoño de 2009 en el Shisha Pangma del Tibet, donde yo volvía con Carlos y Tolo venía nada menos que con Juanito Oiarzabal. Tanto para Tolo como para mi, formar parte de una expedición con estos himalayistas era todo un honor. Juanito, que en Shisha acababa de conocer a Tolo, rápidamente le cogió cariño, como todos, y en las mil y una tareas que exige una expedición, llamaba cariñosamente a Tolo «el Gudari»… «el guerrero» en euskera: «Gudari, coge dos hornillos y gas», «Gudari, no te olvides los polvos para el agua»… A Tolo, como a mi, mientras escuchaba las historias de Juanito y Carlos en sus numerosas cimas de ochomil metros, le brillaban los ojos imaginando pisar la cima donde nos encontrabamos. Y soñaba con continuar su carrera como himalayista, al lado de unos ilustres como Juanito y Carlos. Juanito y Carlos le aconsejaban, en como encaminar su carrera como el ochomilista representante de las Islas Baleares y de Mallorca. Escuchando atentamente a Juanito, y siguiendo sus consejos, muchas veces de broma, se iba convirtiendo en un «Gudari», tal como lo llamaba Juanito continuamente.
Bromeabamos con él, diciendole que, dada su tremenda fortaleza, nos debería abrir toda la huella el día de cima, y además llevar la cuerda para fijar. «Es lo que se espera de un Gudari» le decía Juanito. Y Tolo, tragándose la broma, sin rechistar, y con gran respeto por Juanito y Carlos, decía que él haría, lo que le dijeran sus mentores. Despues del Shisha Pangma en el Tibet, esta primavera de 2010 vino el Annapurna en Nepal. Nos reuniamos el mismo grupo, Juanito Oiarzabal, Carlos Pauner, Tolo, convertido ya en un «Gudari» despues del Shisha, y yo. El Annapurna infunde un temor especial a quienes vienen a escalarlo. Tolo, que era un pedazo de pan, en su bondad, expresaba a veces sus dudas o temores sobre la montaña. Rápidamente Juanito o Carlos le reprendían, en broma o en serio, y le recordaban el camino de ochomilista que estaba empezando a recorrer, y le recordaban su condición de guerrero para salir con bien de esta montaña.
Ya en el campo base, Tolo, un atleta de entrenamiento diario, casi profesional, salía cada día a mover sus piernas por los alrededores del campo base. Y salía acompañado de Juanito, quien muchos días le preguntaba en broma ¿¿donde toca ir hoy Gudari?? y Tolo le proponía siempre muchas horas de andar, y Juanito le reprendía con cariño… «hasta allá irás tú, Gudari, yo a la 1 tengo que meter los garbanzos en la olla». (Juanito nos ha cocinado casi todos los días de campo base, platos como si comieramos invitados en su casa) A mi me llamaba la atención la curiosa pareja que formaban Juanito y Tolo, confirmado ya en escudero y Gudari de Juanito. Todos hacíamos planes conjuntos para el futuro. Carlos Pauner, Juanito Oiarzabal y el Gudari mallorquín, Tolo, alcanzaron la cima del Annapurna, el 27 de abril a las 16:00 hora nepalí. Desgraciadamente algo sucedió en el cuerpo entrenado al máximo de Tolo, en el descenso de la cima del Annapurna. La Dra. M. Antonia Nerín y yo tuvimos las últimas palabras con él a las 9 de la noche del 28 de abril a través de la radio. Nuestro Gudari se apagaba. Y una parte de todos nosotros con él. Tolo, el Gudari mallorquín, falleció en la madrugada del 29 de abril a más de 7500 metros en el Annapurna. Su espíritu pervive, para siempre, en la memoria de su mujer Marga, y su mirada brillante y bonachona en la de sus dos pequeños. Tolo, Gudari, como te llamaba Juanito, cuando volvamos a la montaña, te sentiremos entre nosotros. Descansa en paz, allí donde quiera que te encuentres.
Javier Pérez